En
la primera carta de Juan, el apóstol describe cosas que deben ser distintivos
de quienes forman parte de la familia de Dios. En 1 Juan 3:1, afirma que somos
realmente parte de esta familia: «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para
que seamos llamados hijos de Dios…». Después, también incluye entre las marcas
registradas de los hijos de Dios: «Amados, amémonos unos a otros; porque el amor
es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios» (4:7).
Como
«el amor es de Dios», la mejor manera de reflejar el corazón del Padre es
demostrando ese amor que lo caracteriza. Permitamos que su amor alcance a otros
a través de nosotros, porque esta cualidad es una de las marcas registradas de
nuestra familia.
El
amor es el rasgo de familia que el mundo debería ver en los seguidores de
Cristo. (RBC)