Es tan fácil querer más de lo que necesitamos
y concentrarnos primeramente en recibir en lugar de dar. Poco después, nuestros
deseos dictan nuestras acciones.
Cuando el apóstol Pablo les escribió a los
seguidores de Jesús en la ciudad de Filipos, declaró: «… he aprendido a
contentarme cualquiera que sea mi situación. […] en todo y por todo estoy
enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener
abundancia como para padecer necesidad» (Filipenses 4:11-12). En realidad,
estaba diciendo: «Me ajustaron mis “deseos”». Es importante señalar que Pablo
no nació satisfecho, sino que aprendió a estarlo en las difíciles
circunstancias cotidianas.
Durante esta época del año, cuando hacer
compras suele ocupar el centro de la escena en muchos países y culturas, ¿por
qué no decidimos enfocarnos en estar satisfechos con nuestra situación actual?
Puede parecer difícil, pero Pablo, al hablar sobre aprender a estar contento,
afirmó: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (v. 13).
La satisfacción
empieza cuando deseamos menos. (RBC)