Esto es lo que quiso decir Pablo cuando les
ordenó a los filipenses que consideraran a las otras personas más importantes
que ellos mismos (2:3-4). Estar unidos a Cristo hacía que los creyentes de
Filipos fueran miembros de la misma familia y les otorgaba un vínculo especial.
Por lo tanto, su actitud mutua debía expresarse de maneras prácticas: unidad en
amor, servicio sacrificial y atención para descubrir cómo socorrer a los demás,
aun cuando estos no se dieran cuenta de que necesitaban ayuda. La motivación
para esta clase de comportamiento cristiano normal es el ejemplo de Jesucristo.
Tal como hicieron los compañeros de equipo de
Hamilton, llevemos mutuamente nuestras cargas. Cuando amamos sin egoísmo a
nuestros prójimos, expresamos nuestro amor a Dios.
El amor como el de
Dios se ve en las buenas obras. (RBC)