En sus últimos años, el apóstol Juan envió
una carta a sus hijos espirituales. En ella, vemos el gozo de un creyente
maduro que anima a sus discípulos espiritualmente más jóvenes a continuar
andando en la verdad y siguiendo a Cristo.
Juan escribió: «No tengo yo mayor gozo que
este, el oír que mis hijos andan en la verdad» (3 Juan 4). Breve según los
parámetros del Nuevo Testamento, esta carta del apóstol demuestra el gozo que
genera incentivar y observar el crecimiento espiritual de la próxima
generación.
Fomentar el discernimiento espiritual en la
generación que viene debe ser el objetivo de los creyentes maduros. Enviar una
nota de agradecimiento, ofrecer una palabra de estímulo, orar o brindar un
consejo sano pueden ser formas de ayudar a otros en la travesía espiritual con
Dios.
La travesía es mejor
con Dios que conoce el camino. (RBC)