En el 2005, en Estambul, Turquía, una oveja saltó por un despeñadero, ¡y
casi 1.500 más la siguieron! En definitiva, murió alrededor de un tercio del
rebaño. Al no saber qué camino tomar, siguieron inconscientemente a las demás.
No puede haber mejor descripción gráfica que las ovejas para ilustrar
nuestra necesidad de un líder confiable. El profeta Isaías escribió que todos
somos como las ovejas (Isaías 53:6): tendemos a ir por donde queremos; no
obstante, precisamos desesperadamente la guía segura de un pastor.
El Salmo 23 describe la confiabilidad de nuestro buen Pastor: nos cuida
(v. 1); suple nuestras necesidades físicas (v. 2); nos muestra cómo vivir una
vida santa (v. 3); nos restaura, consuela, sana, y bendice abundantemente (vv.
3-5); y no nos abandona (v. 6).
¡Qué consolador es saber que Dios nos guía con delicadeza, pero también
con firmeza! Y lo hace a través de la guía del Espíritu Santo, la lectura de su
Palabra y la oración. Dios es el líder confiable que necesitamos.
Como un reconocimiento de nuestra dependencia del Señor, podemos afirmar
con el salmista: «El Señor es mi pastor; nada me faltará. En lugares de
delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará».