Según una investigación del
departamento médico de una prominente universidad: «Si la gratitud fuera un
medicamento, sería el producto mejor vendido en el mundo, por sus [beneficios
saludables] para todos los sistemas importantes del organismo».
Para algunos, ser agradecido significa
simplemente vivir con un sentimiento de gratitud, dedicando tiempo para
reconocer lo que tenemos y enfocarnos en eso, en vez de pensar en lo que nos
gustaría tener. La Biblia profundiza aun más el concepto de la gratitud y
señala que dar gracias nos lleva a reconocer a Aquel que nos concede las
bendiciones que disfrutamos (Santiago 1:17).
David sabía que Dios era responsable de
que el arca del pacto llegara a salvo a Jerusalén (1 Crónicas 15:26). Esto lo
llevó a escribir un cántico de gratitud centrado en el Señor, en lugar de
expresar simplemente su deleite ante un acontecimiento importante. La balada
comienza diciendo: «Dad gracias al Señor, invocad su nombre; dad a conocer sus
obras entre los pueblos» (16:8). Luego, se regocija en la grandeza de Dios, y
enfatiza la salvación que Él ofrece, su poder creador y su misericordia (vv.
25-36).
Hoy podemos demostrar verdaderamente
nuestra gratitud adorando al Dador en lugar de enfocarnos en los regalos que
disfrutamos. Centrarnos en las cosas buenas de nuestra vida puede beneficiar
nuestro cuerpo, pero expresarle a Dios nuestra gratitud nos mejora el alma.
La verdadera acción de gracias se concentra en el Dador, no en las dádivas. (ODB)