Un día, mientras Ana visitaba a su
esposo en el hospital, empezó a hablar con un enfermero que estaba
atendiéndolo. A Ana le encanta ponerse a conversar con la gente en cualquier
lugar, y busca maneras de hablarles a todos de Jesús. En aquella ocasión, le
preguntó al hombre si sabía qué quería hacer en el futuro. Cuando este le
contestó que no estaba seguro, Ana sugirió que sería importante conocer primero
a Dios, para que Él lo ayudara con una decisión tan importante como esa.
Entonces, el enfermero levantó la manga de su camisa y le mostró un tatuaje en
el brazo, que decía: «¡Estoy redimido!».
¡Se dieron cuenta de que compartían el
amor al Señor Jesucristo! Además, ambos habían encontrado maneras de compartir
su fe en Aquel que murió para darnos vida.
El título de una vieja canción
cristiana de Steve Green lo expresa mejor: «Tienen que saber». Nosotros tenemos
la responsabilidad de hallar diferentes formas de compartir con la gente «la
buena noticia» (Salmo 40:9). Hay personas que se sienten incómodas si tienen
que hablar con desconocidos. Además, no hay un método que sea apropiado para
todos. No obstante, Dios utilizará nuestra personalidad y su luz en nosotros
para que reflejemos su amor.
«¡Estoy redimido!». Permitamos que el
Señor nos guíe a descubrir maneras de hablar a otros de Jesús, ¡nuestro
Redentor!