La noticia de un sencillo acto de bondad en un metro de Nueva York
recorrió el mundo. Un joven, con la cabeza cubierta con la capucha de su
suéter, se durmió apoyado en el hombro de un pasajero mayor. Cuando alguien se
ofreció para despertar al joven, el hombre dijo en voz baja: «Seguro que tuvo
un día largo. Déjalo que duerma. Nos ha pasado a todos». Entonces, dejó que su
cansado compañero de viaje durmiera sobre su hombro durante casi una hora.
Cuando llegó a la estación donde debía bajarse, se levantó lentamente para no
despertarlo. Mientras tanto, otro pasajero tomó una fotografía, la subió a una
red social, y la foto «se viralizó».
La bondad de ese hombre parece transmitir lo que todos anhelamos: una
acción bondadosa que refleje el corazón de Dios. Vemos esta actitud en Jesús,
cuando sus amigos trataron de evitar que el ruido que hacían los niños lo
molestara. Pero Él insistió en tomar a aquellos pequeños en sus brazos y
bendecirlos (Marcos 10:16). Mientras lo hacía, nos invitó a todos a confiar en
Él como si fuéramos niños (vv. 13-16).
El Señor Jesucristo nos enseña que todos estamos seguros en su
presencia. Ya sea que estemos despiertos o dormidos, podemos apoyarnos en Él.
Cuando nos sentimos exhaustos, nos ofrece un lugar seguro donde descansar.
Dios es un lugar seguro de descanso. (ODB)