El antropólogo Anthony Graesch afirma
que el exterior de un refrigerador revela qué es importante para las personas.
Durante una investigación que realizó con sus colegas, determinó que allí
se colocaban un promedio de 52 cosas: horarios escolares, fotos familiares,
dibujos de los hijos e imanes. Graesch denomina al refrigerador «un
depósito de recuerdos familiares».
El Señor puede usar un elemento
tangible como una foto, un souvenir o un versículo bíblico para que recordemos
su fidelidad y el llamado a obedecer su Palabra. Cuando Moisés les habló a
los israelitas justo antes de que entraran en Canaán, los instó a cumplir todos
los mandamientos que Dios les había dado: «las repetirás a tus hijos, y
hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino […]. Y las
escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas» (Deuteronomio 6:7-9).
Darle a la Palabra de Dios un lugar
visible y de honor en sus casas y vidas era un recordatorio diario y poderoso
de cuidarse de no olvidar al Señor, quien los había sacado «de la tierra de
Egipto, de casa de servidumbre» (v. 12)
El Señor nos desafía hoy a recordar
que, si obedecemos su Palabra, podemos depender de su cuidado fiel para todo lo
que yace por delante.