En medio de la campiña inglesa, G. K.
Chesterton se puso de pie de un salto y empezó a reírse a carcajadas. Explotó
tan de repente y con tanto ruido que las vacas no dejaban de mirarlo.
Minutos antes, el escritor y apologista
cristiano estaba desolado. Esa tarde, había estado recorriendo las colinas
y dibujando con tizas de colores sobre un papel marrón. Sin embargo, se
angustió cuando descubrió que no tenía ninguna tiza blanca, color que
consideraba esencial para sus ilustraciones. Pero, de pronto, comenzó a reírse
cuando se dio cuenta de que estaba pisando sobre un terreno de piedra caliza
porosa: ¡el equivalente en la tierra a la tiza blanca! Partió un trozo y siguió
dibujando.
Como Chesterton, los creyentes tienen a
su alcance los recursos espirituales ilimitados de Dios en todo momento: «todas
las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su
divino poder, mediante el conocimiento de [Dios]» (2 Pedro 1:3).
Quizá sientas que te faltan algunos
elementos importantes y necesarios para la piedad, tales como fe, gracia y
sabiduría. Pero, si conoces a Cristo, tienes todo lo que necesitas y más. Por
medio de Jesús, tienes acceso al Padre, quien, en su gracia, provee de todas
las cosas a los creyentes.
El poder de Dios es ilimitado. (ODB)